14/04/2025
La historia de la industria en Argentina es un relato complejo y fascinante, marcado por ciclos de crecimiento, estancamiento y profundas transformaciones. Desde los tiempos coloniales, donde la actividad productiva estaba severamente restringida por los intereses del imperio dominante, hasta los intentos de industrialización y los vaivenes de las políticas económicas de los siglos XX y XXI, el camino ha sido sinuoso y lleno de desafíos. Comprender este desarrollo implica analizar las distintas etapas históricas, las políticas implementadas y el contexto global que influyó en el tejido productivo nacional.

En los tiempos del Virreinato del Río de la Plata, la estructura económica impuesta por el Imperio Español limitaba la actividad industrial. La función primordial de las colonias era proveer materias primas baratas a la metrópoli, y cualquier desarrollo manufacturero que pudiera competir con los productos europeos era activamente desalentado o prohibido. A pesar de estas restricciones, existió un comercio limitado, especialmente entre Buenos Aires y Brasil. Se registran intentos tempranos de exportación de productos elaborados, como lienzos y cordobanes desde Santiago del Estero, que datan de 1587, fecha que hoy conmemora el Día de la Industria Argentina. Sin embargo, este comercio fue rápidamente prohibido por la Corona española. La necesidad de abastecimiento llevó a un contrabando casi institucionalizado en Buenos Aires a principios del siglo XVIII.
Un documento de 1680 revela la incipiente especialización económica de las gobernaciones del interior, mencionando la producción de vino en La Rioja, algodón en Catamarca, mulas en Córdoba, ropa en Salta, yerba y tabaco en Santa Fe y Paraguay, y maderas y carretas en Tucumán. Esta producción, aunque moderada, tenía como destino el consumo interno regional y un excedente para exportación, integrando a ciudades que antes estaban aisladas. Las guerras europeas, como la de independencia de Estados Unidos, aumentaron la demanda de cuero, del cual el Río de la Plata era un proveedor crucial. No obstante, el Imperio Español protegía sus propias industrias, prohibiendo cultivos como viñas, olivos y tabaco en las colonias para evitar competencia. La deficiencia del aparato industrial español para abastecer la vasta extensión del Virreinato llevó, durante la guerra con Gran Bretaña (1796-1808) que restringió el comercio legal, a un florecimiento de las actividades manufactureras en el interior, abasteciendo a Buenos Aires con productos que antes se importaban.
- El Periodo Revolucionario y el Surgimiento del Estado
- La Organización Nacional y el Impulso Industrial Tardío
- La Crisis de 1890 y el Cambio de Modelo
- La Industria Durante la República Radical y la Década Infame
- La Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)
- El Impulso Industrial del Peronismo y la Obra de Savio
- Hacia la Argentina Moderna: Frondizi y los Sesenta
- El Pico de los Setenta y la Desindustrialización
- El Regreso a la Democracia y los Noventa
- Crisis y Recuperación en el Siglo XXI
- Últimos Años: Apertura y Contracción
- Preguntas Frecuentes sobre la Industria Argentina
El Periodo Revolucionario y el Surgimiento del Estado
Los primeros años tras la Revolución de Mayo de 1810 evidenciaron el conflicto de intereses entre el puerto de Buenos Aires y las provincias del interior. La apertura comercial a los ingleses, si bien generó ingresos aduaneros vitales para financiar la guerra de independencia, perjudicó directamente a las incipientes manufacturas del interior, como la producción de ponchos en Córdoba y Santiago del Estero. Un síndico del Consulado advirtió en 1809 que intentar equilibrar la industria local con la inglesa era una "temeridad", ya que los productos ingleses, más baratos, arruinarían las fábricas locales. A pesar de reconocer el daño, los gobiernos revolucionarios mantuvieron la política de puerto abierto, con escasas excepciones. El interior fue invadido por manufacturas británicas de todo tipo. Hacia 1815, comenzaron a funcionar los primeros saladeros, una de las industrias más importantes de la época, dedicados a la producción de tasajo, sebo y cueros para exportación.
La economía de Tucumán, basada en el tráfico con el Alto Perú, se vio interrumpida por las guerras, generando escasez de moneda y dificultades económicas. Mientras Buenos Aires acumulaba ingresos por la aduana, el interior se empobrecía, llevando a figuras como Mariquita Sánchez a lamentar en 1854 que la Independencia había significado la ruina para las provincias, a las que conoció "ricas, más industriosas que Buenos Aires".
Durante el surgimiento del Estado argentino en el siglo XIX, la mayor parte de las exportaciones industriales consistían en acondicionamientos de productos agroganaderos para su envío, como el salado de cueros y tasajo, o la selección y enfardado de lana. Esto significaba un valor agregado mínimo, apenas suficiente para la exportación. Más tarde surgieron industrias basadas en la agricultura para consumo interno (azúcar, aguardientes, cigarros, vinos), limitadas por la falta de transporte. La expansión de los saladeros en el Litoral en la década de 1820, con propietarios importantes como Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza, marcó la principal actividad industrial hasta la década de 1850.
La década de 1830 vio la llegada de inmigrantes europeos que aportaron conocimientos técnicos. Las fábricas de la época eran principalmente artesanales, orientadas al mercado interno (panaderías, fideos, jabones, licores, cervezas). En 1846 se inauguró el Molino Harinero San Francisco en Buenos Aires, el primero a vapor del país. El barrio de La Boca se convirtió en centro de astilleros gracias a inmigrantes genoveses y españoles. El cultivo de caña de azúcar en Tucumán se inició en 1821, mejorando la técnica con ingenios como el San Pablo (1832), aunque la producción de azúcar blanco era muy baja inicialmente.
La Organización Nacional y el Impulso Industrial Tardío
La década de 1860, en el marco de la Segunda Revolución Industrial, marca el inicio de la industria moderna en Argentina. Factores como la unificación del país, la llegada del ferrocarril y el aumento de la inmigración, que aportó capital y conocimientos técnicos, facilitaron el establecimiento de las primeras fábricas modernas, principalmente en las grandes ciudades. El primer ingenio azucarero mecanizado se instaló en 1859. La producción de azúcar creció significativamente con la llegada del ferrocarril a Tucumán en 1876, logrando superar las importaciones hacia 1895.
Empresas fundadas por inmigrantes o con capital extranjero comenzaron a destacarse. Melville Sewell Bagley lanzó la Hesperidina en 1864, creando una de las empresas alimenticias más importantes del país y obteniendo la primera patente argentina en 1876. Emilio Bieckert fundó la primera fábrica de hielo (1860) y luego la primera fábrica de cerveza (1880s), seguido por Otto Bemberg con Cervecería Quilmes (1888). La Forestal (1872) se dedicó a la producción y exportación de postes, durmientes y tanino. José Canale fundó su panadería en 1875, que se transformaría en la fábrica de bizcochos. La Cristalería Rigolleau (1882) se estableció para proveer a las cervecerías. Aunque hubo avances, la industria argentina tardó en tomar forma en el contexto del modelo agroexportador, donde el país se insertaba en el mercado mundial principalmente como vendedor de materias primas (carne, cereales) e importador de manufacturas. Esta dependencia generó déficits comerciales que debían ser compensados con empréstitos, contribuyendo a la crisis de 1890.
La Crisis de 1890 y el Cambio de Modelo
La crisis de 1890, provocada en parte por la pérdida de ventaja comparativa en la exportación de granos y carnes, llevó a la renuncia del presidente Juárez Celman y al ascenso de Carlos Pellegrini. Pellegrini, con ideas más industrialistas, implementó medidas de ajuste y creó el Banco de la Nación Argentina y la Caja de Producción para fomentar la inversión. Argumentaba que si bien la agricultura y ganadería eran fundamentales, ninguna nación alcanzaba su máximo desarrollo solo con ellas; la industria fabril era la más alta expresión del progreso industrial.
Aunque el cambio de modelo no fue inmediato ni total, se dieron pasos. Los saladeros continuaron siendo importantes. El desarrollo ferroviario, aunque comprando material rodante a Inglaterra, generó una de las redes más extensas del mundo. El rubro textil se expandió con la Fábrica Argentina de Alpargatas (1885), una empresa de gran tamaño y tecnología para la época. Un censo de 1887 en Buenos Aires mostró una mayoría de establecimientos artesanales, con pocas fábricas con fuerza motriz. La Unión Industrial Argentina (UIA) se fundó en 1887. Surgieron otras fábricas textiles (La Primitiva 1889), lácteas (La Martona 1901), molineras (Molinos Río de la Plata 1901) y frigoríficas (Bovril, Swift, Leibigs), estas últimas dominadas por capitales extranjeros y protagonistas de la "guerra de carnes".
A principios del siglo XX, Siam Di Tella (1911) incursionó en la metalmecánica con una máquina para amasar pan, logrando rápido crecimiento y exportaciones. Se instalaron filiales de empresas extranjeras como Remington Rand (1911), Ford (1913), y Kodak (1915). Hacia 1910, la producción industrial, aunque incipiente en manufacturas complejas, ya superaba en participación del PBI a la agricultura o ganadería por separado. Entre 1895 y 1914, el número de establecimientos industriales creció un 120%. Para 1913, la industria representaba el 15% del PBI.

La Industria Durante la República Radical y la Década Infame
Con la llegada de Hipólito Yrigoyen en 1916, se impulsó el fortalecimiento de los ferrocarriles estatales y se atenuó la represión sindical. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) tuvo un impacto dual: por un lado, aumentó la demanda de alimentos baratos y algunos artículos industriales (frazadas, carne enlatada), triplicando sus exportaciones; por otro, frenó la importación de manufacturas europeas, fomentando el surgimiento de industrias locales para sustituir esos productos. Sin embargo, la posguerra trajo una caída en los precios de las materias primas y un encarecimiento relativo de las manufacturas importadas, contribuyendo a una crisis que culminó con la Gran Depresión de 1929.
El período 1916-1930 se caracterizó por una industria con desarrollo limitado, que creció durante la guerra pero se contrajo después. La dependencia de los derechos aduaneros para los ingresos fiscales y un presupuesto deficitario eran constantes. La caída del salario real y el desempleo deprimieron la demanda interna. Industrias dependientes de insumos importados entraron en crisis. En el rubro metalúrgico se destacaron empresas como Tamet y La Cantábrica. Otras empresas como Ferrum, CATE, y filiales de grandes firmas extranjeras (Standard Electric, General Electric, Standard Oil, Colgate Palmolive, Philips, Firestone, Chrysler, IBM) se instalaron o consolidaron.
El gobierno de Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928) coincidió con el fin de la crisis de posguerra, generando un período de prosperidad económica, impulsada por el modelo agroexportador y un contexto externo favorable. El PIB alcanzó su punto máximo en 1928. Se creó el primer frigorífico estatal (Frigorífico Lisandro de la Torre) para competir con los frigoríficos extranjeros. Se proyectó la creación de fábricas militares ante la necesidad de abastecer la defensa nacional. Se instaló la planta de General Motors (1922-1924) y la estatal YPF instaló el primer surtidor de nafta en 1925. La Hispano Argentina Fábrica de Automóviles S.A. (HAFDASA) comenzó a importar y luego fabricar vehículos de lujo y motores diésel de alta tecnología. Hacia 1928, Argentina tenía más automóviles que Francia. La Fábrica Militar de Aviones se construyó en 1927. Para fines de la década de 1920, la estructura industrial estaba dominada por alimentos y bebidas, imprenta, confecciones, y otras manufacturas básicas.
La Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)
El golpe de Estado de 1930, que dio inicio a la Década Infame, ocurrió en un contexto de crisis económica global. La brusca caída de la recaudación aduanera por la disminución de importaciones generó un desequilibrio fiscal. Sin embargo, esta misma ausencia de importaciones creó una demanda interna insatisfecha que impulsó el crecimiento de la actividad industrial. Este crecimiento, inicialmente no apoyado por el Estado (que priorizaba el agro), fue posible gracias a la disponibilidad de mano de obra barata y capitales que, ante la crisis del sector agrario, se reorientaron hacia la industria. Grandes grupos económicos como Bunge y Born invirtieron en textiles (Grafa).
La Segunda Guerra Mundial también influyó, primero cerrando mercados, luego abriéndolos para el rubro textil y el algodón. Un censo industrial en 1935, el primero de este tipo, mostró la existencia de más de 40,000 establecimientos industriales con casi 600,000 trabajadores. Ese año, por primera vez, la producción industrial superó a la agrícola. Se instalaron filiales de empresas como Pelikan (1933), OSRAM (1935), y Philips (1935). Firestone comenzó a fabricar neumáticos en 1932. Se creó la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares en 1941 y el Banco de Crédito Industrial en 1944. La ISI, aunque limitada y condicionada por el sector dominante, marcó un intenso crecimiento de la producción y acumulación de capital, acelerando las migraciones internas hacia los centros industriales.
Evolución de la industria (1935-1943) | ||
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Año | Establecimientos industriales | Número de trabajadores |
1935 | 40 606 | 590 000 |
1937 | 49 375 | 730 000 |
1938 | Sin datos | 760 000 |
1939 | 53 927 | 785 000 |
1940 | Sin datos | 813 000 |
1941 | 57 978 | 913 000 |
1942 | 60 500 | 955 000 |
1943 | 65 000 | 980 000 |
Fuente: P. Cantón, J. L. Moreno y A. Ciria. (1972) La democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires, Paidós.
El Impulso Industrial del Peronismo y la Obra de Savio
El gobierno de Juan Domingo Perón (1946-1955) profundizó la industrialización. Se otorgaron subsidios a sectores tradicionales y se intervinieron o nacionalizaron empresas (como el Grupo Bemberg y Cervecería Palermo). Se crearon fábricas militares y se radicaron industrias pesadas, incluyendo automotrices y metalmecánicas (motores, locomotoras, aviones). Se estableció Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME) en 1952, una empresa autárquica con diez fábricas. La producción industrial creció rápidamente entre 1945 y 1948.
IAME fue clave en la producción local, fabricando desde tractores (Tractor Pampa 1952) hasta motonetas (Siambretta 1952) y motocicletas (Puma 1953). La Ley 14.122 (1953) buscó atraer empresas extranjeras, especialmente al sector metalmecánico en Córdoba, en asociación con la Fábrica Militar de Aviones. Esto llevó a la radicación de Fiat (que se hizo cargo de la fábrica de tractores de FMA) e Industrias Kaiser Argentina (IKA), conformando un importante polo metalmecánico con apoyo estatal (créditos, reserva de mercado, instalaciones). Siam Di Tella expandió su producción a electrodomésticos como heladeras.
El General Manuel Savio fue una figura central en el desarrollo de la industria pesada. Promotor de la Ley del Plan Siderúrgico Argentino, creó la Dirección General de Fabricaciones Militares en 1941 y los Altos Hornos Zapla en Jujuy, donde se realizó la primera colada de arrabio en 1945. Impulsó la industria química pesada y promovió la minería nacional. La "ley Savio" de 1947 creó la empresa SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina) con el objetivo de producir acero en el país y abastecer la industria nacional. Savio sostenía que "El acero más caro es el que se compra".
Hacia la Argentina Moderna: Frondizi y los Sesenta
El gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) impulsó un fuerte crecimiento industrial basado en la inversión extranjera, a diferencia del modelo de subsidios anterior. Leyes como las de inversiones extranjeras y promoción industrial, junto con los contratos petroleros, coincidieron con la expansión de empresas transnacionales, principalmente estadounidenses. Entre 1958 y 1963 se alcanzó el máximo histórico de inversiones extranjeras. Se priorizaron ramas como la automotriz, petrolera, petroquímica, química, metalúrgica y de maquinaria, orientadas a un mercado interno protegido.
Aunque generó inflación inicial, la política de Frondizi logró el autoabastecimiento petrolero en tres años, triplicando la producción y convirtiendo a Argentina en exportador de crudo. Las divisas ahorradas en importaciones de combustibles se destinaron a la compra de equipos industriales, modernizando la industria. La expansión siderúrgica, con la finalización del alto horno de SOMISA en San Nicolás en 1960, triplicó la producción de acero crudo en cuatro años y se construyó un laminador continuo único en Sudamérica. La industria automotriz tuvo un boom gracias al Régimen de Promoción de la Industria Automotriz (1959), atrayendo numerosas multinacionales (Citroën, Peugeot, Renault, Fiat, Chrysler, Ford, GM, IKA) y empresas nacionales como Siam Di Tella Automotores. La producción automotriz creció exponencialmente, pasando de 32,457 unidades en 1959 a 196,754 en 1965. Argentina logró autoabastecer su mercado automotor.

Producción de automotores (unidades) | |||
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Años | Particulares | Comerciales | Total |
1957 | 13 273 | 15 617 | 28 890 |
1959 | 24 792 | 7 665 | 32 457 |
1960 | 49 519 | 38 743 | 88 262 |
1961 | 84 501 | 49 917 | 134 418 |
1962 | 93 873 | 34 695 | 128 568 |
1963 | 79 478 | 26 342 | 105 820 |
1964 | 119 005 | 47 382 | 166 387 |
1965 | 141 114 | 55 640 | 196 754 |
Fuente: Rapoport, Mario. (2000) Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2000). Buenos Aires. Página 586.
Durante los gobiernos posteriores, incluyendo el de Arturo Illia (1963-1966) y gobiernos militares, la industria continuó expandiéndose, aunque el ritmo varió. La fábrica nacional Siam Di Tella lanzó su pick up Argenta en los 60s. Empresas como Fiat y Citroën comenzaron a exportar autopartes. IKA lanzó el famoso Torino en 1966. Ledesma fundó su fábrica de papel en 1967 utilizando fibra de caña de azúcar.
El Pico de los Setenta y la Desindustrialización
El regreso de Juan Domingo Perón en 1973 coincidió con un período de políticas de promoción de exportaciones industriales y acuerdos comerciales. Entre 1973 y 1974 se registró la máxima producción histórica del sector industrial en Argentina, con plantas operando a plena capacidad. Se impulsó la creación de empresas en áreas de insumos básicos como hierro, acero, aluminio, petroquímicos y papel. Se firmaron convenios para exportar vehículos a Cuba. Sin embargo, la crisis del petróleo de 1973 y conflictos internos llevaron a una crisis económica en 1975, con caída de mercados, paro de exportaciones e inflación descontrolada.
El golpe de Estado de 1976 y la dictadura militar (1976-1983) implementaron un cambio radical en la política económica, con consecuencias devastadoras para la industria. La desregulación, la apertura indiscriminada a las importaciones y las elevadas tasas de interés, impulsadas por el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, destruyeron gran parte del aparato productivo nacional. Miles de empresas, grandes y pequeñas, cerraron sus puertas, incluyendo filiales de General Motors, Peugeot, Citroën, Chrysler, Siam, y la histórica IME S.A. La producción industrial cayó drásticamente, disminuyendo su aporte al PBI. Aunque algunas firmas se beneficiaron del nuevo sistema financiero, la mayoría enfrentó graves dificultades, llevando a la venta de activos, reducción de estructuras y el aumento exponencial de la deuda externa.
El Regreso a la Democracia y los Noventa
Con el retorno de la democracia en 1983 bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, el país enfrentó una economía desmantelada, alta inflación y una enorme deuda externa. Se implementó el Plan Austral (1985) para estabilizar la economía, con resultados mixtos y altibajos en la actividad industrial a lo largo de la década. Empresas automotrices como Ford y Renault alcanzaron hitos de producción, y Mercedes-Benz Argentina revolucionó el transporte público con su línea de colectivos OH.
La presidencia de Carlos Menem (1989-1999) marcó un nuevo giro radical, alineado con el Consenso de Washington. La Ley de Convertibilidad (1 a 1 con el dólar), las privatizaciones masivas de empresas públicas y la amplia apertura a las importaciones generaron estabilidad inicial y atrajeron inversiones extranjeras, pero tuvieron un impacto negativo en la industria nacional. El peso sobrevaluado y la competencia de productos importados, especialmente de China, llevaron al cierre de innumerables fábricas y establecimientos industriales. El PBI industrial cayó y la economía se "primarizó" nuevamente. La deuda externa se multiplicó. Si bien algunas privatizaciones mejoraron servicios, otras fueron destructivas (como en los ferrocarriles). La década terminó con un panorama de alta desocupación y una oleada de quiebras empresariales, anticipando la crisis de 2001.
Crisis y Recuperación en el Siglo XXI
El gobierno de Fernando De la Rúa (1999-2001) heredó una economía debilitada que se deterioró rápidamente, culminando en la profunda crisis de 2001. La desindustrialización se agudizó, el desempleo alcanzó el 19%, y la actividad fabril se desplomó, con caídas dramáticas en la producción de electrodomésticos y otros bienes en regiones como Tierra del Fuego. Numerosas fábricas centenarias cerraron sus puertas.
A partir de 2002, bajo la presidencia interina de Eduardo Duhalde y luego de Néstor Kirchner (2003-2007), la economía comenzó a recuperarse. La industria mostró un crecimiento significativo, con un promedio anual del 10.3% en el período 2003-2007. Este crecimiento se mantuvo durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, aunque con los vaivenes de la crisis mundial de 2008. Sectores como el automotriz, metalmecánico, insumos para la construcción, textil, farmacéutico y de caucho/plástico mostraron notables tasas de crecimiento entre 2003 y 2012, revirtiendo las tendencias negativas de los 90s. La producción automotriz alcanzó récords históricos en 2010 y 2011. Empresas estatales como INVAP se destacaron en tecnología nuclear y aeroespacial. Se implementaron medidas para proteger la industria local frente a las importaciones, como la Resolución N° 45. Un fenómeno particular de este período fue el surgimiento de las fábricas recuperadas, donde los trabajadores se hicieron cargo de plantas cerradas para mantenerlas operativas.
La década de 2000 también vio un aumento de la participación de empresas extranjeras en la cúpula empresarial, a menudo mediante la compra de firmas nacionales, concentrándose en sectores como minería, aceites y cereales, mientras que las metalmecánicas, petroquímicas y tecnológicas (muchas privatizadas en los 90) mostraron retracción.
Últimos Años: Apertura y Contracción
La presidencia de Mauricio Macri (2015-2019) impulsó un modelo basado en la apertura a las inversiones extranjeras y la eliminación de barreras a la importación, como la derogación de la Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI). Este cambio de política, junto con la alta inflación y un tipo de cambio volátil, resultó en una contracción significativa de la actividad industrial. En 2016, la industria cayó un 4.6%. Aunque hubo un leve crecimiento en 2017, impulsado por algunos sectores, otras industrias continuaron en caída. Los años 2018 y 2019 presentaron sucesivas caídas, con reducciones significativas según datos de la UIA y el INDEC, llevando los volúmenes de producción a niveles similares a 2009. Sectores dependientes del consumo interno, como el textil y el automotriz, fueron los más afectados. Factores como las altas tasas de interés, la presión tributaria y la destrucción del mercado interno fueron señalados como causas de esta retracción. Al final del período, la capacidad industrial instalada ociosa era elevada, y la política industrial resultó en la caída de la mayoría de los rubros y la pérdida de puestos de trabajo.
Preguntas Frecuentes sobre la Industria Argentina
- ¿Cuándo se considera que inició la industria en Argentina?
- Aunque hubo actividades productivas y artesanales desde la época colonial, el inicio de la industria moderna se remonta a la década de 1860, en el marco de la Segunda Revolución Industrial, con el establecimiento de las primeras fábricas mecanizadas y el impulso del ferrocarril y la inmigración.
- ¿Qué fue el modelo agroexportador y cómo afectó a la industria?
- El modelo agroexportador, dominante hasta bien entrado el siglo XX, consistía en la exportación de productos agropecuarios y la importación de productos industriales. La industria tenía un papel secundario y complementario, orientada principalmente al mercado interno, ya que se compraban la mayoría de las manufacturas en el exterior. Esto limitó su desarrollo inicial.
- ¿Qué es la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)?
- Es un proceso económico que se consolidó en Argentina a partir de la década de 1930, impulsado por la crisis mundial y las guerras que dificultaron la importación de manufacturas. Consistió en fomentar la producción interna de bienes que antes se importaban, aprovechando la demanda insatisfecha y la disponibilidad de mano de obra y capitales. Tuvo sus etapas de auge y limitaciones.
- ¿Cómo impactó la dictadura militar (1976-1983) en la industria argentina?
- Tuvo un impacto devastador. Las políticas de apertura indiscriminada a las importaciones, la desregulación y las altas tasas de interés llevaron al cierre masivo de fábricas, la destrucción de gran parte del tejido industrial, el aumento de la deuda externa y la pérdida de miles de puestos de trabajo. Este período es considerado uno de los más perjudiciales para la industria nacional.
- ¿Qué caracterizó a la industria argentina en la década de 1990?
- Estuvo marcada por la Ley de Convertibilidad (paridad peso-dólar), las privatizaciones de empresas estatales y una gran apertura a las importaciones. Esto generó estabilidad de precios pero provocó la quiebra y cierre de muchas industrias nacionales que no pudieron competir con los productos importados más baratos, llevando a una nueva ola de desindustrialización y aumento del desempleo.
- ¿Hubo recuperación industrial después de la crisis de 2001?
- Sí. A partir de 2002, la industria experimentó un período de crecimiento significativo, impulsada por políticas que fomentaron el mercado interno y, en algunas etapas, protegieron la producción local. Sectores como el automotriz, metalmecánico, y otros, mostraron tasas de crecimiento importantes, recuperando parte del terreno perdido en décadas anteriores. El fenómeno de las fábricas recuperadas también fue relevante.
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